25 de abril de 2008

El horizonte está en los ojos y no en la realidad

Los congresos ya no son lo que eran. Cada vez son más frecuentes los simposios en los que las fases “pre-congreso” y “post-congreso”, ciertamente descuidadas en el pasado, son tan importantes como el encuentro en sí. Y no sólo eso: los congresos 2.0 ofrecen a los participantes una completa gama de servicios que les permiten bloguear, podcastear, twittear, skypear y todas esas cosas que hacemos ahora como si las hubiéramos estado llevando a cabo toda la vida.

De eso habla Tony Karrer en su artículo de ayer: al hilo de un post de Warlick, Karrer se plantea si realmente los participantes en congresos están por la labor de ponerse a trabajar antes, durante y después de la conferencia, por ejemplo, participando en una wiki colectiva, enviando artículos a sus blogs y compartiendo sus notas con los asistentes al congreso. Downes, que nunca se pierde una discusión de este tipo, apunta que el grado de participación en estas iniciativas depende mucho del tipo de audiencia a la que esté orientado el congreso. Quizá tenga razón.

Lo que está claro es que la mayoría de los eventos registrados en Hitchhikr, otro invento de Warlick que él mismo así describe: “virtual space where, thanks to blogs, podcasts, and RSS, we can connect, share, respond, and grow knowledge out beyond the place and time of the event”, son congresos relacionados con la educación y las nuevas tecnologías. La mayoría, como siempre, con sede en EE.UU. aunque me alegra comprobar que algunos congresos realizados en España también se han atrevido a, por lo menos, darse de alta en este servicio.

Hitchhikr no es la única forma de promocionar la participación y el intercambio de ideas entre congresistas. Por ejemplo, el Primer Congreso Nacional Internet en el Aula, que está teniendo lugar en este momento en su modalidad virtual, ha puesto a disposición de todos los participantes diversos canales para la reflexión y el intercambio de ideas.

Ojalá que esto de la participación virtual en congresos empiece realmente a despegar, de forma que la asistencia a congresos deje de estar determinada por el presupuesto del centro de trabajo o la proximidad del lugar en donde se celebre el evento en cuestión.

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